¿Cómo
habla la clase política de los movimientos estudiantiles?
Contextualización
En abril del 2006
comenzaron a salir a las calles a protestar los estudiantes secundarios. Con
cada vez más adhesión a nivel nacional, la denominada “Revolución de los Pinguinos”
presentó la gran queja contra el sistema educacional vigente. Y entre varias
exigencias que se hacían al gobierno, tales como la gratuidad del Pase Escolar
y de la Psu, se demandaban cambios estructurales en
la educación chilena, la cual estaba marcada por el principio de libertad de
enseñanza, lo que permitía la participación de privados reduciendo en gran
medida la participación del Estado, llevando a enormes diferencias entre la
calidad de la educación recibida por los diferentes estratos sociales .
Tal movimiento alcanzó magnitudes jamás
pensadas. A la fecha del 26 de mayo se estimaban entre 600 mil y un millón de
estudiantes en paro, entre los que se encontraban colegios de todo el país,
incluyendo particulares y subvencionados.
Los actos de violencia registrados
durante las manifestaciones llevaron al gobierno a manifestar su repudio contra
el movimiento afirmando en todo momento estar “abiertos al dialogo”, actitud
que se revisará más adelante. Pero el movimiento causó tal impacto que ya el 1 de
junio la presidenta Bachelet anunciaba un paquete de medidas resolutorias entre
las cuales se encontraba la promulgación de una nueva ley que desplazara la LOCE, la más adelante llamada
Ley General de Educación, y la creación de un Consejo Asesor Presidencial de la Educación. Después
de estos anuncios el movimiento fue decayendo, presentándose durante el año
algunas manifestaciones con menos convocatoria.
Dos años más tarde, con la discusión de la
Ley General de Educación en el Congreso se
convocaron nuevas manifestaciones en contra de la promulgación de dicha ley,
argumentando que ésta no resolvía el problema del lucro ni de la calidad en la
educación. En aquella ocasión la
Ministra de Educación Mónica Jiménez dijo "no entender" el movimiento de los estudiantes,
ya que dicha ley era un avance significativo en la materia. Finalmente es
promulgada en agosto del 2009.
Recientemente han vuelto a
aparecer movimientos estudiantiles por parte de los universitarios, quienes
hace unas semanas convocaron a más de 3000 estudiantes en una marcha en el
centro de Santiago. Entre las peticiones se encuentra una solicitud de una
participación real de éstos en los cambios que pretende impulsar el gobierno en
cuanto a la educación superior y un aumento en el bono a los alumnos afectados
por el terremoto. Esta vez el actual ministro, Joaquín Lavín, manifestó “Paros
este año para perder clases, francamente, con una mano en el corazón, no es lo
que Chile quiere”, declaraciones que más adelante se analizarán más en
profundidad.
Posiciones de los involucrados en el
espacio social.
El actual sistema democrático
consiste en una participación representativa, es decir los ciudadanos elijen
representantes tales como parlamentarios que votan leyes por mí o se elije la
cabeza del poder ejecutivo. La clase política, por las atribuciones que se les
otorga, además de poseer poder político, tiene acceso a los medios de
comunicación y toman las decisiones relevantes a nivel nacional, tales como la
educación. El hecho que tengan acceso privilegiado a los medios de
comunicación, teniendo a su disposición un canal de televisión “oficial” y gran
cobertura y citas en diferentes medios, le entrega, en palabras de Teun Van Dijk, un recurso de
poder. Y eso les entrega la capacidad de controlar, en su propio interés, los actos y las
mentes de los grupos (Van Dijk, 1999).
Por otro lado, el lugar que
ocupan los estudiantes secundarios en el espacio social queda limitado a sus
acciones como tales, o sea, asistir a recintos educacionales a “recibir educación”,
no siendo parte de la gestión de ésta. La organización queda en manos del
Estado que regula hasta cierto punto la gestión de los sostenedores (que en los
casos de los municipalizados está a cargo de las municipalidades); los alumnos
no deciden ni participan activamente en su educación. Y en el caso particular
de los universitarios, por el hecho de ser mayores de edad solo les queda como
instancia oficial “participativa”, el votar por candidatos al parlamento o a la
presidencia, de manera de terminar cediendo dicho poder a éstas personas. A
esto hay que sumar el hecho de que los estudiantes no tienen acceso a la
producción de discursos públicos, sobre todo en el caso de los secundarios.
De esta manera, los
estudiantes quedan situados en un nivel inferior en comparación a la clase política
y las tensiones que generan estas posiciones lleva a las demandas por parte del
movimiento estudiantil al no sentirse escuchados ni partícipes de la educación
que ellos mismos reciben y que manifiestan no está siendo de calidad. Llegando
así a medidas de presión tales como las marchas, paros y tomas de
establecimientos; produciendo una serie de declaraciones (discursos) por parte
de ministros, parlamentarios e incluso la presidencia en contra del movimiento.
En planteamiento central del presente ensayo es que la clase política
(elite simbólica) intenta desarticular el movimiento estudiantil (minoría)
tanto de universitarios como de secundarios mediante discursos que caen en descalificaciones,
concentrándose en los disturbios generados en las protestas y paros, en la no
asistencia a clases, etc evitando así referirse directamente a las ideas base
de la movilización, para no hacerse cargo de las demandas expuestas.
Para solventar las afirmaciones anteriores, se procederá a analizar
diferentes discursos emanados por miembros de la clase política sobre los
movimientos estudiantiles presentes en los últimos años mediante el Análisis
Crítico del Discurso.